
(Sí, son de sangre fría: ahí siguen. No se volaron! Ahí están. Los dos.)
Leyendo la “entradita” anterior (“Categoría cinco…”), veo que en una parte dice “el otro domingo me mandaste un saludo por el día del Amigo. Acá tenés tu “amigos” . Y te di un beso……
¿Acaso premonitorio? Vaya uno a saber.
**********
Diré… que esos días quizás “preferí mantener distancia”. Que “ayudame”. Y lo que no te dije (dueño de mi silencio).
Hasta que un martes después de un feriado, limé mal (sin lima, obvio), nos vimos tras el trabajo, fuimos en subte hasta la puerta del edificio en el que vivo, te pedí que esperaras, subí, cambié de campera, bajé, después dimos una vuelta por la zona (obvio: críticas al por mayor, jejeje) y… un “¿no me habías dicho algo?”. Y creo que “nunca” contesté tan como contestás vos cuando te mandás alguna de tus típicas cobardeadas, jajajajajaja: “ah, sí. Pero eso lo dije hace algunos días”.
Mmmhhh… sí!!! Como cuando te recuerdo algo que dijiste: “ah, de eso no me acuerdo”… ajajajajaja…
Y fuimos desde ahí caminando hasta Cab… para que pudieras tomarte el tren. No aceptaste mi sugerencia: el 96 hasta tu Facu… ¡Vos sabrás! … … …
Hasta que llegaron esos viernes… ¿Cuáles? Hay forma de darse cuenta!!! De memoria! El día que la Selección de fútbol jugó por la medalla de Oro… y fueron cuatro viernes seguidos!!!
Es simple!!! Sí!!!
El primer viernes, fuimos en subte hasta Cab… nos quedamos en la placita… Hablando y hablando… Un banquito de plaza… Un pequeñísimo mundo… O no… ¿Por qué? No sé si tan pequeñísimo…
El segundo viernes seguido, hicimos casi lo mismo, calcado! Hasta la misma placita, en otro banquito (memoria fotográfica que funciona sólo cuando algo me interesa! Lo he recontraconfirmado recién! Ja…)…
Como el viernes anterior… Ahí… Los dos… Vos. Yo. Es la misma plaza en la que llovía aquella vez, cuando te dije de ir a dormir… Casi que un año después, más o menos… Sí, vos y yo… Y me encantó…
Tanto que…
Hubo un… (esta vez, no un viernes) ¡jueves! En el que nos mandamos… andá a saber cuántos “sms”… y en uno no sé qué dijiste… Y entonces…
El tercer viernes seguido, entré a las 7, vestido de la manera que mejor interpreté (“mañana andate bien vestido”), y tras ir al casamiento al que tenía que ir (¿?), fui a mi casa, me cambié, y nos vimos en… la boca del subte!!! A cien metros de… Ese banquito!!! Y en él nos sentamos nomás…
¡Sin palabras!
No.
¡No!
Ese “sin palabras” no corresponde a lo que decía en el parrafito anterior. Corresponde a esto: cuando te fuiste…
Cuando subiste al tren…
Tuve una sensación…
Que no había tenido antes con vos…
Te habías ido…
Y esa sensación…
Aunque… hubo un…
Cuarto viernes seguido.
Este sí: sin palabras! Por todo!
¿No me creés?
Ah, ¿no me creés?
¡Leé! ¡Ja!
Nos vimos tipo a las 10 en Palermo. Un ratito sobre el pasto (dejé definitivamente las esterillas… por favor! Ahora que lo pienso, la verdad, patético!!!). Dimos una vueltecita al Rosedal, y fuimos más para el centro… un Mc… y dos combos cronometrados… que total, ellos siempre ganan…
Los chicos que salían de los colegios… Y nosotros que seguimos caminando, y que hacemos escala en la placita más famosa de ese barrio… y vos que mirás cómo tomo un licuado, y los dos que vemos cómo un ladri le pide cómo 40 pesitos a dos mujeres por hacer “magia”… (lo habrán encerrado??? Ja…)…
Caminando caminando caminando… se llega casi en línea recta a… esa placita!!! Y los dos que hablamos. Y nos damos besitos. De nuevo en esa plaza.
- Tengo sueño.
- Vamos a dormir.
- No.
Y ahí nos quedamos.
Pero quería decir algo… No iba a querer irme sin decirlo!!!:
- Hace un año, cuando estuvimos en esta plaza y llovía, te dije de ir a dormir. Y era a dormir. Recién te dije lo mismo. Pero no puedo mentir! No creo que hubiera ido a dormir…
No hacía falta aclararlo, obvio.
Como siempre! Aclarando!
Aquella vez, hacía once meses, había sido tan simple que ni le di importancia… Y ahora, hacía cinco minutos, no hacía falta aclarar!!! Pero bueno! Aclaré. Aunque creo que no oscureció.
También, al final, fue muy transparente…
Tan transparente como lo que sentí cuando te volviste a ir…
Como el viernes anterior, ese tercer viernes de los cuatro seguidos en esa placita… Y este viernes, en el que nos vimos los dos “solos” desde las 10...
Mandé un sms… Y otro. Y otro. Y te llamé.
Pero no.
¡No!
¡Así no!
Sí pero no…
Que voy a tu Facu.
Que no.
Que voy a tu Facu, sí…
Que bueno.
Que murió un profe.
Que tas más cerca.
Que nos vemos en la placita (en la de allá, ya no la de los cuatro viernes seguidos).
Esa placita por la que cuando era chico, pasé “mil” veces en auto, cuando volvíamos de lo de mi abuela (de 1978 a 1996 no había Acceso de un solo tramo, qué querés!!! Jajajajajaj)…
Esa placita, que está al lado las vías, esas vías que antes, también allá a principio de los ochenta (y después también, eh!!!) tenían los laberintos amarillos con negro… Esos laberintos que, andá a saber por qué, yo quería cruzar porque por casa no había (piedad!!! Por favor!!! Tres, cuatro, cinco años de edad!!!).
“Te amo”.
En ese momento.
Y antes también.
Cuando te había llamado.
En ese momento me salió así.
Y ese beso que nos dimos mientras lo dije, me encantó…
En ese momento, en ese instante, si lo dije, es porque fue así lo sentí…
Cualquier cosa. Cualquier cosa. Pero no me lo podía callar…
Todavía hoy siento ese beso…
Siento. De sentir.
Sentir.
“Eso que uno dice”.
Lo que uno dice es tan sólo eso.
Y nada pero nada más.
Decir.
Pero lo que uno sintió ese día, al decirlo, mientras lo decía, mientras “la” besaba…
Pocas, muy pocas, pero muy pocas veces en la vida se siente...
Como lo siento cuando te veo.
Como lo siento cuando te beso.
Como lo siento cuando te escucho.
Como lo siento cuando te abrazo.
Como lo siento cuando te doy (y gracias) otro beso.
Sí…
Nada de "eso que uno dice".
Nada.
Sino, más simple, muchísimo más simple:
Eso que uno siente.
(Recién entrás al msn… Y creés en las coin… ja… ya lo sabía!!! Yo también!!! Con vos volví a súper creer en ellas…)
(Recién entrás al msn… Y creés en las coin… ja… ya lo sabía!!! Yo también!!! Con vos volví a súper creer en ellas…)