jueves, 29 de noviembre de 2007

¿Espionaje? ¿Servicio de inteligencia?



¿Se te tenía que pasar ese enojo? ¿Ese gesto cada vez que pasaba cerca de tuyo? No necesariamente. Pero se pasó. Se te pasó. Sí…

En algún momento se te pasó. Estimo que habrá sido en… ¿marzo? ¿en abril? Por ahí, seguro. El momento álgido fue en enero, la modificación debe haber sido en febrero, tal vez marzo... así que muy probablemente el cambio de carita fue en abril. De todos modos, no cambia nada cuándo fue.

Cambia, sí, que “fue”. Que fue un cambio. Que esa expresión “se fue”. Y en algún momento, de nuevo, como antes, las "cosas" estuvieron "mejor".

¡Lo que habrás dicho! Algo me contaste. Pero seguro, algunas cositas no me habrás "confesado". ¡Y está súper! Es tu secreto, digamos! ja...

Dijiste que cuando me necesitabas llamar, te salía mi nombre de una manera, digamos “normal” pero “te corregías” y me llamabas por el nombre completo. ¡Qué mujer! Hermosa (sí, dije y escribí hermosa. ¿Está mal? No, no creo). Y que fuera por el nombre completo, sería lo de menos. ¡Con qué tono! ¡Nena! ¿Y yo? Caballero total, jajajaja…

En algún momento se te pasó. Sí… Si pudiera, volvería a ese día. ¡Claro! Aunque quizás, seguramente, no fue un momento exacto. Habrá sido una vez algo, otra vez otra cosa, y así… hasta que en algún momento, uno de los dos, volvió a tomar la mano. ¡La mano, dije!

¿La mano? ¿La mano? Mmmhhh… Yo te tomé la mano, porque vos me tomaste el codo. Impertinente! Irresptuosa! O mejor dicho, algo más que eso! Porque un día, una noche, no sé cuándo, te tomaste el atrevimiento imperdonable de agregarme a tu msn, con un dato de inteligencia preciso en tus manos… Y todo, con el pequeño detalle de que yo no te había dado nunca mi mail. ¿Espionaje informático? ¿Una amiga que te acercó el dato? ¿Una compañera, tal vez?

Hasta que una noche, quizás de abril, quizás de mayo, entré al msn. Y lo vi: “tu compañera te ha agregado a su lista”.

¿Eh? ¿? ¿Ella? ¿? ¿Será ella? ¿? Y sí, obvio… La acepto, cómo no. Qué problema hay. Seguro que el mail se lo pasó la amiguita, je. Nada terrible.

Al día siguiente, en nuestro sagrado lugar de encuentro, en algún momento, dije algo -como de costumbre- exclamado a los cuatro vientos, a todos los presentes y a nadie a la vez: “Ayer me dieron una sorpresa, alguien me agregó a su msn sin que yo le haya pasado la dirección”.

Sé que me escuchaste. ¡Ni sé qué pasó después! Si comentaste algo, o no. Ni siquiera personalmente. No sé. Seguro que no. Lady total, jajajajajajaja.

¿Hizo espionaje? Ja. ¿O tiene servicio de inteligencia? Jajaja… Cómo no la voy a aceptar. Ya se le pasó el raye. Total, ¿cuánto vamos a hablar? ¿Y de qué vamos a hablar? Una vez, dos veces, tres veces, y chau… nunca más

¿O no iba a ser así? Imagino que también para vos iba a ser de esa manera… ¿no? Decimeeeee... ja. ¿De qué ibamos a hablar? ¿No?

viernes, 23 de noviembre de 2007

¡Sin palabras! (literal)

Tu mirada. La bronca. Percibir que te molestaba verme. Que te molestaba que pasara cerca de donde estuvieses.

Reconocerás, igual, que en ningún momento yo te hablé mal, te falté el respeto, me dirigí con bronca... ¡Caballero total! ¡Ja!

Claro, yo estaba seguro de que había sido justo, que tenía en qué basar lo que había hecho. ¡Muchas risitas ahí! Cajitas "perdidas".

Pero cuando al fin tuve las benditas "planillas", reparé especialmente en vos y en tu compañera. ¡Sabés que no te voy a mentir! Al ver sus números, fue instantáneo: "voy a tener que hablar con ellas. Con las dos. Me equivoqué".

¿O la que se había equivocado era mi percepción? Da lo mismo, ¿no? Me acuerdo que los junté a varios, las repartí, y vos me viniste a hablar. Era el día anterior a la auditoría. Como ya te dije, me encaraste. Seria, pero bien:

- ¿Me podés explicar entonces lo de la calificación?
- Sí, ya sé. Iba a hablar con ustedes dos ahora.

Andá a saber qué explicación te di. Lo que sí sé, es que no fue para salir del paso. Te habré dicho que evidentemente me había equivocado, que me había guiado por... ¡percepciones! y no por algo concreto.

La bronca en tu casa. La señora que medio año atrás, más o menos, me había anunciado en un pasillo que su hija... esa señora ¡no me masacró! ¡Zafé! Siempre se puede estar peor!

Claro, después vino todo lo demás. Modificar. Y ¡otro malentendido! Mejor dicho, ¡el primer malentendido! Lo otro había sido un error. Más allá de mi viaje a la quinta para hacerlas lo más tranquilo posible.

Lo justo es justo. Es así. Y más para mi. Sí, más para mi. Nobleza obliga. Y además, acá obligaba lo estrictamente objetivo: no conformidad al margen hacia mi persona, la hice de nuevo.

Y ni siquiera así cambiaste la cara. "Te la firmo, pero sigo sin estar de acuerdo". ¡Qué mujer! ¿Marzo? Probablemente. ¿Ya me habías invitado a ir a bailar por tu zona? No sé. "¿Qué le pasa a esta?". "Ni ahí". En ningún momento consideré la posibilidad de ir. ¿Qué le picó?

La imagen que ilustra la presente entrada es meramente decorativa. La más pertinente, sin duda, sería una que te represente a vos, con el hacha, pero en vez de la pobre pc, mi cabeza. Aceptá que la pegué.

Lo que había estado claro a full, es que fue una época, fueron unas semanas, días, "sin palabras". Y si las había, eran tuyas hacia mí en un tonito para nada amistoso. ¡Te perdono! Jajaja...

jueves, 22 de noviembre de 2007

Que se va 2006... ¡a pura percepción!



Sería cerca de fin de año, más o menos. Me fui caminando por la plaza... y en el semáforo, frente al famoso hotel, estabas acompañada. "Hola". "Hola". "Chau". "Chau". Ustedes dos adelante...



Sé que fueron algunas cuadras. No sé por qué me acuerdo. O sí: no todos los días se camina atrás de una compañera... En todo caso, van uno al lado del otro, pero no a 5/10/15 metros de distancia. Debe ser eso!


También recuerdo, y sigo sin saber por qué, que más o menos a la altura del estadio -famoso también- "los pasé". ¿Cinco cuadras? ¿Seis? Es lo mismo. Irrelevante.



Lo relevante era que a veces, "saltaban cositas". Que mucha risa entre las chicas del 15. Quince! Me di cuenta ahora! Es el "puesto" 15. Y el 15, dicen por ahí, es "la niña bonita". Vos creés en el destino. ¿Habrá sido él? ¿El que dispuso que te sientes ahí? No sé...



"Saltaban cositas". Hubo "cajas" que desaparecieron de la pc... Sesiones que se perdieron. Y... ¡oh! ¡Sacrilegio! Una caja mal indizada la mitad de las veces... Al menos eso es lo que "saltaba"... Entonces, ¿cómo no guiarse por la "percepción"?




PERCEPCIÓN: (latín, perceptio) Acción de percibir. Sensación interior, impresión material hecha en nuestros sentidos por alguna cosa exterior: una percepción bastante vaga (sinónimos: sensación, sentimiento).




PERCIBIR: (latín, percipere) Recibir una percepción por medio de los sentidos (sinónimos: advertir, experimentar, notar, observar). Comprender, adivinar. ---------- El Pequeño Larousse Ilustrado. Paris, Librairie Larousse, 1984.




Si me hubiera tomado el trabajo, en enero, de buscar la definición de "percepción" en mi diccionario de cabecera, que acopaña a la familia desde hace años y años, habría advertido que menciona la palabra "sentimiento". ¿Hubiera sido un presagio? Tal vez no...

Percepción. ¡¡¡Percepción!!! Ella puede fallar. ¿Cuántos habrán fallado? Al menos, no fallé al percibir esa bronca... Esa voz, llamándome secamente, tajante, por mi nombre. "Sí, ya voy"... ¡¡¡Todo bien por acá!!! Uno estaba convencido! Hasta que vio que se había equivocado.

¡Disculpá! ¡Disculpá! Ese día. ¡¡¡Y hoy también!!! Sé que me insultaste -y está genial-. Inclusive, adelante de la mujer que hacía unos meses me había dicho "mi hija va a empezar a trabajar con ustedes", la misma mujer a la que yo le había contestado "allá va a estar bien, seguro". ¡Sin palabras!

¡Pero qué bronca! Cuántas veces el nombre completo. "VENÍ" (nada de "Por favor, ¿podés venir?"). "Ya se le va a pasar". ¿Se le iba a pasar? Seguro. ¿Se te pasó?

"Vení. Ella te quiere decir algo"



Ocurrió en Buenos Aires, una vez. Su compañero caminaba al lado de una señora, se cruzaron de casualidad y le dijo: "Uy, vení. Ella te quiere decir algo". Palabras más, palabras menos, así fue:




- Hola, ¿cómo le va?


- Hola, ¿qué tal? Mi hija va a empezar a trabajar con ustedes.


- Ah... mire usted. Bueno, ¡allá va a estar bien, seguro!




Pasaron semanas. Y meses. Lo cierto es que la "gente nueva", al fin, entró. Él no se acuerda de ella en particular, de haberla distinguido. ¿Se acordaba? Seguro que sí. ¿La vio parecida? Tal vez, ante la novedad, no reparó en ello.




De los primeros días, de los primeros meses, sin recuerdos. Pero en algún momento él, que tenía la mano, tomó el codo. Y le atendió el teléfono. Era una chica.




Ya con el codo, fue por el hombro: le sacó el tubo. Se puso a hablar. Saludó a la desconocida. Al rato, ya le estaba pidiendo el mail de la chica del teléfono a ella, su compañera más jovencita.




Ella se lo dió. Él le escribió. Algunos mensajes fueron y vinieron. Él le avisó que la agregaría a su "msn". Así fue y charlaron. Una vez. Otra. Otra.




De época tumultuosa... "A ver si nos vemos". "Bueno, dale". Pero nada. Hasta que otra vez "Bueno, ¿nos vamos a conocer?". La respuesta de ella: "Dale".




Parecía que sí. Al menos, en eso habían quedado. Cuando él estaba por tomar el 65, que lo llevaría a la estación del tren camino de aquella zona, que desconocía en absoluto, le mandó un mensajito de texto. Ella, sin dar opciones: "Mejor otro día".




Así las cosas, él borró de la lista el número de la chica desconocida.
Es casi folclórico: "Las victorias tienen muchos padres; las derrotas son huérfanas"...



Pero había alguien más...