viernes, 21 de noviembre de 2008

Ni mucho... ni poco...


¡Hola! Según mi horario, debo decir "buenas noches"... ja... ¿Para vos? ¡¡¡Buenos días/buenas tardes/buenas noches!!!

Una cosita! Esta "entrada", que sea considerada "especial", como la que lleva por título 11.833.200´, del 1ro. de septiembre, en la que está la fotito de Mafalda!

Estaba acá, "navegando" (ja, cómo suena) y no sé cómo hilé unos blogs que vi por ahí, más la fecha, y me acordé no sé por qué, que "este" "blog" lo había había armado en noviembre.

Entré y vi que era el 21 de noviembre de 2007. Así que hace hoy, "un año", o 366 días (no te olvides que hubo 29 de febrero! ja) hice la entradita de "Vení, ella te quiere decir algo", con el mismo señor en la foto aquella, que "engalana" esta...

"Un año"...

"Un año"... ... ...

¡Un año!


Eso quiere decir que hace un año que me dieron ganas de hacer "un blog" "para vos"... Pero...

... Pero no sos "vos" así, a secas... Cuando yo te hablo, o cuando me acuerdo de vos, o cuando te miro... no sos "vos" y nada más...

Sos "todo este año", al menos para mí... y más que este año... Diría que sos la chica con la que una noche (nunca sabré cual, y bueno! ja), me puse a chatear... y que me dejó conocerla... mucho, muchísimo más de lo que quería... muchísimo más de lo que me hubiera imaginado...

¡Y bueno!

Como es una "entrada especial"... voy a dejarla acá!

No me acordaba que era hoy el "añito", pero bueno! "Por algo me acordé", no?

¡¡¡Besitos!!! Estate re bien. Pero re-re-re bien!!!

Te quiero mucho... Y acá quiero decir poner tu nombre, porque no puedo ir a abrazarte...

¡Te kiero! Mucho! Pero ya sé: no va a "sonar" como me gustaría que suene! Pero es lo que hay!
Aunque atención! Eso puede cambiar! Apuesto a eso! Sí!
(: :)

Besitos de nuevo!!! Chau!!!

domingo, 2 de noviembre de 2008

Categoría cinco...


¡Hola Diosita! ¿¡Buenas tardes!? O… ¿¡Buenas noches!? ¿Cómo tasss? ¡Ya sé que re linda, obvio! Y ojalá que sonriente, buena onda y con esas ganitas y esa fuerza que te caracterizan!


Mmmhhh… ¡Y sí! Había escuchado de tu parte hacia mí “muchos” (comillas) “te quiero” (otras comillas)… ¿Y cómo pretender decir “no me gustó”, o “me fue indiferente”? ¡Mintiendo! ¡Nada más!…


Me gustó.


Me encantó.


Tanto que hubiera estado más tiempo con vos! Más. Y por si queda alguna duda: más…


En la semana faltaste para rendir exámenes. Hablamos por teléfono, nos mandamos mails… buena onda…! Después llegó un domingo, y con él, a mi celular, un mensajito: “¡Feliz día! Para mí sos un amigo”, o algo así…


Mmmhhh… ¡Silencio! ¡Por acá! ¿El que calla otorga? Prefiero llamarle “indiferencia”! jajaja… Aunque… te voy a confesar algo…: desde algún momento hasta hoy, es imposible que me resultes indiferente… ¡Pero bueno! Ese domingo, “silencio”…


Hasta que un día me vi en la placita en la que ya habíamos estado alguna vez… y en un momento te dije “el otro domingo me mandaste un saludo por el día del Amigo. Acá tenés tu “amigos” . Y te di un beso……


Que me encantó…


Como todos y cada uno de los que tuve la suerte de darte…


¡Gracias! Por dejarme darte besitos…


Sonreíste, o algo así. Fuimos a un bar, y en él, unos matecitos inesperados… ¡y estaban ricos! ¿O tu sonrisa hacía que la yerba y el agua me parecieran más y más apetecibles?


Nos fuimos, cada uno para su lado, y la (semi, en este caso) catrasqueada del día: el boleto que se me cae donde no era el mejor lugar (¡sonrojado!). Catrasca. Sí.


Y un nuevo mes que empieza… una tarde de martes en la que nos vemos. Y la posibilidad de ir cerca de mi casa, a buscar, si es que estaba terminado, algo que debía ser para vos. “No voy a ir para allá”. Listo… quedamo así… ja…

Fuimos a un bar en el centro, casi que para nosotros dos… Y después: “Si nos viera tu Mamá…”… Y después, que te cruzás con gente conocida… ¡Sin palabras!


No sé cómo hicimos con los tiempos! Pero llegué adonde quería ir! Y la laminita, que la habían traído de lejos, estaba enmarcada y todo! Habían cumplido!


¿Y ahora? Simple: a la mañana siguiente, llegar en taxi! Todo no puede ser ideal: gente en la oficina en la que lo iba a guardar! Grrr…


No sé cómo hice, ni por qué en ese momento en sí! Pero bueno! Te habré llamado a algo así, y te dije “Eso es para vos”, di media vuelta y me fui! No sé por qué! … … … … … … … … … …


... … … … … … … … … …


¡Qué rica la torta! ¡Por favor! Y eso que no suelen ser santas de mi devoción! Mmmhhh… ¿si no hubiera sabido que la hizo tu abuela, “La Abuela”? Ja… mentira! Todo bien!!! jajajaja… Te creo! Que la hiciste vos! jajajaja…Tonces: si no hubiera sabido que la hiciste vos… ¿me habría gustado tanto? Es muy simple: estaba rikísimaaaaaaa!!!

¡Sí!


Y el beso, aquel beso, ese besito que no me había animado a darte un año atrás arriba del tren, mal que mal (y peor es nada, je… aunque ¡nunca! conformarse con poco) lo di… re chiquito… insignificante… pero… “Feliz cumpleaños” al fin…


Síiiiiiii… Feliz cumpleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!! ¡Te quiero mucho!


¡Mucho!


Y ese viernes, que nos fuimos por separado cerca de las 13. Y que nos vemos en Retiro. Y que nos llevan a Núñez. Y ahí estamos. Y esa foto… Catrasqueada clase cinco estrellas. Cinco estrellas gold plus…


¡Sin palabras!


Y ella que se va… Y vos que te vas… Y yo que te llamo… Y vos que estás ahí… Que salís…


- ¿Cómo hacés para darte cuenta que estás enamorada?

- … … …


En todo caso… no me debías una respuesta… ¿Cómo pedirte una respuesta a una pregunta mía?


Iba a pasar a decirle a la mujer del cuadro que “a mi prima le había encantado”… Pasé por la puerta… Pero “algo” hizo que no tuviera ganas…


¿? ¿? ¿? ¿? ¿?


¿Cinco estrellas? ¡No! “Categoría Cinco Preguntas”… ¡sin respuestas!


No sé “qué pasó” el lunes… Ni idea!


Pero sí se que estás (ahora) (“ahí”) leyendo esto… Y si estás (ahora) (ahí) leyendo esto… es porque alguien lo escribió… y la única persona que tiene la “clave” para “escribir” acá… soy yo…


Y esas dos aves (¡¡¡para nada pajarracos desplumados!!! jajaja)… que pueden salir volando a cualquier lado cuando se les ocurra, porque se les ocurra… pero que ahí siguen estando…


Mmmhhh… ¿cómo no? Si una está acá leyendo… porque uno lo escribió…


:) :) :) :) :)


Sonrisas. Clase cinco sonrisas…

Porque con vos, lo que más hice fue sonreir… y eso es imposible olvidar…


¿Catrasqueada? Sí. Cinco estrellas.

¿Preguntas? Sí. Cinco estrellas.

¿Sonrisas mías? Sí. Cinco estrellas gracias a vos.

¿“Ella”?. Simplísimo: J J J J J.

¿Y? Mmmhhh... mirá para arriba... ¡¡¡todavía siguen ahí...!!!

lunes, 1 de septiembre de 2008

11.833.200`







Hola Hermosa.
¿Cómo tas?
Mmmhhh... ehhh... steee... ehhh... ¡Valor! ¡Ja! Ayer hizo un año que fui con vos hasta cerca de tu casa… Entonces, quiere decir que hace un año que nos dimos un beso (un besito) por primera vez…

Tonces, por qué no, la “fotito” que ilustra…

Notá que es La Genia (o Mafalda, lo que es exactamente lo mismo..., ja). Que total, no es esta vez tu súper querido ratoncito... y esa torta... pese a que la lleva La Genia... no creo que sea tan riquissima (italiano) como las que solés hacer vos…


Quizás la torta es muy pomposa... quizá no... Tonces... elegí vos... ¿la de Mafalda o la de la madalena? ja...











No sé qué pasó en este año… No sé qué me pasó a mi este año “con vos”… Mucho menos sé qué me pasó a mi este año “conmigo mismo”…

Así que es inhallable qué “te pasó a vos este año”…

… Pero es hallable que “acá estamos”… Sea como sea, bien, mal, “poco” o “muy poco” o “mucho”… pero “acá estamos”…

Lo único que te puedo decir, al fin, es que sé que más allá que “este año” fue algo “especial” por muchas, muchas cosas… no lo cambio por nada… y que si al mes no me arrepentí de “aquel” viaje en el SM… ni al segundo mes… ni al cuarto, ni al octavo, ni al mes “12”… que fue ayer… … …

… … … Y si no me arrepentí en “12 meses”, en “365 días”, en 8760 horas… ¿por qué debería arrepentirme alguna vez? ¿? ¿? ¿?

Sos especial… no sé “si esto” fue y “es” “especial”… Que para mí (para mí) “esto” sí fue y es “especial”… creo que ya lo sabés… “Porque si mintiera, lo disimulo muy bien…”… ja…

Pero que sos especial… sin duda… y que sos muy especial para mí… también…

No sé por qué me pasa todo esto con vos… Y menos aún, cómo es que aún sigue, “un añito después”… aunque, obvio, de mi lado, “ya venía de antes”…

Todo lo demás… “dueño de mi silencio”… pero no tanto…

¡Chan!

¡Chan! ¡Chan!

Porque quiere decir que faltan 9 años, o 3287 días, o 197220 horas, u once millones ochocientos treinta y tres mil doscientos minutos para que cumplamos esa “palabra dada” que dimos alguna vez (hacé memoria, mala onda! jajajaja) de que el 31 de agosto de 2017 nos vamos a ver ahí, cerca de donde estaba el Farolito. ¿O vas a volver a Arru dentro de 9 añitos? Jajajajajajaja…

Te quiero mucho. Cada vez más. Y cada vez siento más que puedo pasar horas y horas y más horas hablando de cualquier cosa con vos…

Como te dije arriba:

Te quiero mucho.

Y dueño de mi silencio.

lunes, 11 de agosto de 2008

¿Seguro?


Sabido es: dijiste, decís, dirás, dirías que soy un “chamu”. Pero cada vez me convenzo más (aunque ya estaba convencido): ni Ara tenía chances…

Ni las tendría ahora…

Y como te dije, te digo, te diré y te diría: con vos, cero chamu! Así como, según decís, vos sos “cero arru”, yo con vos, soy “cero chamu”.

*-*-*-*-*-*-*-*-*

¡Qué día aquel! Gente y más gente gastándome (“Piedra” y todo lo que se te pueda ocurrir). Lo peor es que llegué a considerar realmente que así ha de ser… ¿Lo podría explotar en beneficio propio? Mmmhhh!!! ¡Pero che! ¡Estoy en el blog!

*-*-*-*-*-*-*-*-*

Como soy cero chamu, lo diré así de simple: no me acuerdo mucho de esos días… La verdad es esa. Así que pasaré directamente al día que debería haber sido uno de los más tristes de mi vida: pero ese día, lo único que me tuvo bien, lo único por lo que lo pasé, fue porque sabía que “supuestamente” te iba a ver a la noche. Y la voy a cortar acá.

Y en un momento llegaste… acompañada por tu Mami… ¿Eras vos? Y sí… deberías ser vos… ¿No? – “Hola. No contestes los mensajes, eh”. Y sí, tenías que ser vos…!!! Quién, si no.

Que osaste robarme la silla. Que te advertí que me iba a sentar encima tuyo. ¿A que no lo hago? Delante de “todo el mundo”. ¿Y qué?

Ella: “Qué cara de circunstancia”. ¡¡¡Te juro que la cara no era de circunstacia!!! Lo que sí fue de circunstancia, fue la respuesta… Mi huida (huida, no arru, che! jajaja) no fue de circunstancia, sino, diría, de “supervivencia”… ¡¡¡Ya me imagino tu interrogatorio!!! jajajajajaja…

Zafé de él. Seguramente ni me viste cruzando esas dos palabras con ella… Menos mal!!! Ja…

¿Serías tan amable de decir, por favor, de dónde saqué el valor para, en un momento, tomarte de la mano –diez, quince compañeros nuestros ahí nomás- para llevarte a otra parte y darte un, dos, tres besos? Naaa… ya sé que no me lo vas a decir… porque es imposible que lo sepas… Ni yo sé de dónde lo saqué… Snifff!!! Ja…

¿Había música? ¿Estaban nuestros compañeros? ¿Música? ¿Qué es “música”? ¿Compañeros? ¿What is “compañeros”?????????

Ah! Sí!!!... “Compañeros”… Y una compañera -con sobrenombre de “compañero”- hablándome y hablándome de algo que nunca, jamás, quise, intenté ni pude escuchar: vos estabas en la puerta, y parecía que ibas a salir, y entonces, si te ibas un ratito, yo no me podía quedar ahí. En todo caso, me ibas a cruzar la cara, pero yo ahí no me iba a quedar!

¡No!

Tabas hermosa.

Y así te lo pude decir en la calle.

Me lo había prometido a mi mismo: “el último”. Y lo iba a cumplir. Yo sé que aunque me muriese de ganas porque no fuera el último… iba a ser el último. Es más… Lo cumplí… sí… lo cumplí…

Y, de paso, ahí estaba el Plateado (sí, obvio, con mayúscula! Cómo no!) … Fe-li-ci-ta-cio-nesss!!! Qué grande! En serio!!!

Y se terminó. En algún momento te fuiste…

Al día siguiente miré las fotos… Al margen que la pasé realmente genial (si no hubieras ido, ¿cuánto tiempo habría estado? ¿Una hora? ¿Media, quizás?), no sé cuántas veces vi las en las que estabas vos… Ni idea… No las conté, tampoco!!! Jajajajaja…

Mmmhhh… después del partido con los chicos… les conté a dos de ellos lo que “me” había pasado el día anterior… Y de repente, mi pregunta:

- ¿Le digo a ella? Porque si no le digo la verdad, y de repente le digo de verla… ¿qué estaría buscando yo, ahí?
- Por favor, y seguís hablando de ella! Mirá lo que estás diciendo.

Y él, abogado, al fin y al cabo:

- Si te hace bien, si te parece importante, decíselo.

Lunes. Obvio, todo el mundo comentando lo bueno que había estado el sábado. De mi para vos: “Vamos al río”. El día, otra vez, taba precioso. Y te dije, sin más rodeos, lo que me había pasado. “Siento que no soy yo la que tiene que estar acá”. Pero consideré que sí…

Como le dije a los chicos: “Si no le digo la verdad, si no sabe, le voy a estar mintiendo, y yo solo voy a estar metiendo la pata hasta la nariz”…

Por lo menos… sabías…

Algo “increíble”: esa noche, o esa tarde noche, cuando en teoría debería haber estado partido al medio, mientras me decían (con toda razón, obvio) que tenía que irme, yo estaba mandándome mensajitos con vos, riéndome, y sólo esperando que me respondieras.

Absolutamente insólito…





¿Fino? ¿Educado? ¿Qué más dijo?
¡Gracias, gracias! Jajajaja…
Mmmhhh…
¿Tas segura???





No sé qué más… por esos días…

Hasta que hubo uno que faltaste para preparar un examen. Y hablamos esa misma tarde. “Mirá que te voy a buscar”. Y no me dijiste que no. Tonces… Voy.

Y de nuevo no escuché un “no”. “Mirá que voy”. Y lo mismo.

Subte. ¿Tren? Boletería atestada. Colectivo. En Flores. Colectivo. Tiempo y más tiempo. ¡Las aulas! “A que te encuentro”. Sí!

¿Es este aula? No, ahí no están rindiendo.

Todo el tiempo del mundo. Demasiado! Tanto, que hasta encontré al Plateado entre ¿mil? ¿dos mil?... jajaja…

Que saliste.
Que no rendiste.
Que nos quedamos cerca de la entrada.
Que no te di ni un pico.
Y menos ahora!
No puede ser!
Que te vas!
Que te fuiste!
Que me voy!

Noooooo

No puede ser!

Sms.

Que viniste a la puerta.

Un beso.
Hermoso.
(¿Hermoso? – Sí, es una pregunta! Ja…)
Así: para-mí-her-mo-so.

- No te quiero joder.
- Yo no te quiero joder a vos.

Y fuiste clara. Muuuyyy clara…
Re clara.

Batiendo récords contra toda lógica: cuando “algo” se había “arreglado”… yo estaba ahí… O al menos, yo había ido hasta allá…

Es súper anti-lógico (no diré ilógico, sino anti-lógico, lo que no es lo mismo!!! Jajajaja)… Súper anti-lógico, pero en el fondo, muy en el fondo, tiene su explicación… síiiiiiiiii... … … …

En esos días, estaba ordenando algo y vi una cartita que me habías dado hacía un tiempito. La leí, me volvió a encantar y la pasé por mail…

Como no podía ser de otra manera, me acuerdo que –no sé por qué- seguí y seguí escribiendo, y dije (te-dije) que lo peor hubiera sido no haberlo vivido… no haberse sentido súper genial una tarde linda, en la que estabas, obvio, preciosa… y tábamos, creo, tomando helado… y vos sentada arriba mío… nada del otro mundo…

(((¿¿¿Me dejás agradecértelo otra vez???)))

Y si lo pudiera vivir hoy, de nuevo…
¿Y si lo puedera vivir hoy, de nuevo?
¿Qué pensás que haría?
Ja…

Una vez, en la plaza cerca de la estación, un día de gran marcha a favor de “Clishtina”, te lo dije: “El “no te quiero joder” fue sólo porque estábamos en la puerta, no porque pensara que te ibas a enamorar de mi”.

Se iba el mes… y ahí, una tarde, nos mandamos como 60 mails… y si no recuerdo mal, a la noche seguimos chateando… Ah! Sí! Ja! Me acuerdo recién ahora! Fue cuando no “me” funcionaba el msn y tuve que chatear con el no sé cuanto jajajajaja…

Así que 60 mails, más no sé cuánto de charlita… Te imaginarás, que ese viernes, no fui a cursar…

Y me acuerdo que el viernes siguiente fui con vos a ver a alguien a su casa… No sabés, no te imaginás (porque sencillamente no te podés imaginar) cuánto me encantó que me hayas dicho de ir… No lo podés imaginar… … … … … … … … …

Mucho barrio top pero ni una panadería… Aguante mi barrio!!! O por qué no, el tuyo! Ja…

Me sentí genial… por ella, por vos… Súper genial… Mejor, sinceramente, hubiera sido imposible…

Buah! Buah!... Ja…

No te lo conté: desde que nos separamos, me fui caminando hasta mi casa. Adiviná en quién pensé para no darme cuenta de cuántas cuadras caminé. Igual fui rápido, obvio. ¿Qué te pensabas? Ja…

Pero ahí no terminaba la cosa!

El miércoles siguiente nos vimos a la tardecita. El bar, acaso sólo para nosotros…

“Te quiero”. Una vez.
“Te quiero”. Otra vez.
“Te quiero”. Y otra, por qué no.

Todavía me acuerdo de…

De…

Mmmhhh…

¡Dueño de mi silencio!

Ah! No! Sí! Ya sé! Ja…
“Todavía me acuerdo de…” que te dije, al día siguiente, de vernos de nuevo…
¡Terrible!

No podías, o no querías, o no sé!

Pero nos vimos al día siguiente…
Sí…



Y …

“Te quiero”. Una vez.
“Te quiero”. Y otra más, sí…

Diría que “fuiste vos”, la de “esos te quiero”.
¿Por qué?

Porque pocas-veces me lo habías dicho “tantas”-veces en una tarde… Y menos aún, creo (dije creo) nos habíamos visto dos veces en una semana…
¿O será que si me regalaban un burro con dos patas y sin cabeza lo iba a confundir con el caballo campeón más hermoso del mundo? --- (pará, ¿entendiste o te lo explico? Jajajajajajajajajajajajaja).

Por eso, entonces, el “te quiero” de la foto… hagamos de cuenta que es uno de los que vos me dijiste a mi, esa tarde, o mejor dicho, esas tardes…

Y cómo no, también, si querés, si te parece bien, que sea un “te quiero” mío, para vos, de cualquier día, de cualquier momento, de cualquier manera, en persona, o por msn, o por teléfono, o por sms… o… o… o… que sea, te decía, si te parece bien, un “te quiero” de mi para vos, cualquier “te quiero”, desde el momento en que “me eyecté” aquella vez… acaso, la primera de mi vida…

Y por qué no, también, que sea este

Te quiero.

Te quiero mucho.

Te quiero de verdad.

¡¡¡Besitos!!!


¿? ¿? ¿? ¿? ¿?

¿Las entendés?

¡Yo sí!

martes, 1 de julio de 2008

Ni Ara


Acá estoy…

Acá estás, parece... J

¡Besitos!


*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-

Te imaginás que yo no tenía la menor percepción, bajo ningún atisbo de nada, de “si iba a seguir pasando algo”

Porque, ¿quién dijo que “tenía que pasar algo”?

Y en todo caso, ¿¿¿qué es “algo”???

¡Cero preguntas! Y si hay cero preguntas, nadie espera respuestas!!!

Imaginás, también, que no recuerdo lo “poco-mucho” que pasó en esos días ¿Habrá habido mails? ¿Habrá habido sms? ¿Habrá habido msn? No sé… la verdad, no recuerdo…

Lo que sí creo (porque otra no “queda”, me parece, ja) es que habrá habido buena onda. No sé si llamarle “h”… diría que buena onda, en serio!!! Y a asumirlo (por acá, por “estos lados”): a ver qué pasa, si es que va a pasar algo…

Hasta que un día, o mejor dicho, un mediodía, soleado, re lindo, nos encontramos “de repente” cerca del río, andá a saber con qué excusa de mi parte… ja.

Hablando y hablando… aunque vaya uno a saber de qué!

Hablando y hablando…

hasta que hubo un beso…

Quizás dos;

quizás tres…

Ahí estábamos… vos y yo… el mismo que había “intuido” (magistralmente, obvio, jajaja) que “ya no iba a haber más”…

No sé qué pasó después. Ni qué, ni cómo, ni cuándo, ni…

Aunque quizás sí pueda saber el “por qué” y aún así, no el “para qué”. Ahora lo veo, recién ahora, sí: jamás estuve atrás de un “para qué”. Y eso me encantó...

¿Y vos? --- --- --- ¿Quién soy yo para preguntarte algo? Nadieee…

Y pese a ello ¿quién dijo que tiene/tenía que haber un “qué”, un “cómo”, un “por qué”, un “para qué”?

Marzo.

Eso sí. Marzo.

Porque en esos días, te habré dicho de vernos.

- ¿Tal día?
- No puedo.

- ¿Tal día?
- No puedo.

- ¿Tal otro?
- Me fijo.

Sí.

Viernes. Pero…

Una hora antes tu

- No voy a poder
- Ahá.

Ahá…

¿Y si deja pasar un tren?¿O dos? ¿Cuántos trenes pueden pasar mientras dos personas dan una vuelta a una manzana?

- Bueno, dale

Allá vamos…

Y sí… sólo eso… Una vuelta a la manzana… Cuando me volvía, no dejé de darme cuenta que me había encantado…

Marzo.

Sí. ¿Cómo no saber qué mes, qué día, si era el cumple de mi viejo, y dejé de lado mi súper misión de comprarle el regalo?

*-*-*-*-*-*-*

Gracias por haberme dejado viajar ese día con vos… Por haber bajado conmigo…

Por haber dado esa vuelta a la manzana conmigo…

¡Gracias, de corazón!

*-*-*-*-*-*-*

En este instante, recién ahora, me acuerdo que en esa calle, me dijiste “Cómo me bardeaste ayer”. Y recordé que ese día, el anterior, no sé por qué, me la pasé gastándote… Y me encantó, jajajajaja… Jajajajajaja… ¡Perdón! ¡Perdón! Jajajajaja… Te juro que me estoy riendo a full en este momento jajajajaja… Lo juro!!!

Andá a saber qué sarta de boludeces me mandé… pero recuerdo que fue así… ja… Un día que la ligues vos, no te iba a venir nada mal!!!… jajajajaja…



Y se termió marzo.

De memoria, obvio, sale que se vino abril (y, sí… una buena, ja). Me acuerdo que a principios de abril, nos dieron permiso para salir antes: y de la nada estábamos en la Costanera

Palabras, palabritas… Besit.os…

¡Y no sé!

Te mentiría si te dijera que “me acuerdo de todo”… Si estamos en abril… ese fue el mes del torneo de taekwon-do por tu bendita ciudad… Tras que me perdí completamente… me habías dicho que no ibas a poder ir, como respuesta a mi insólita “invitación”…

(Nota del redactor: eso es un desierto un domingo a las 11! Ah! El Farolito seguía ahí… y el laberinto también! Los re quiero!)

Y en la semana siguiente vino lo inesperado!

Sí, lo más inesperado!

No te hagas la tontis!

Síiiii… lo más inesperado:

“Pero es un grasa”.

Firmado: tu Mamá!

Jajajajajaja…



Que se va abril…

Sí me acuerdo que 1º de mayo fue jueves, feriado. El viernes, andá a saber por qué, fuimos “a hablar” al río.

… … … … …

Nos dijimos un par de cositas… todo re bien… con la mejor. La que me acuerdo a full full: “A tu mamá me la gano en media hora, eso no es problema”… jajajajaja… Sin palabras! Una vez más… jaja…

(ahora que me acuerdo!!! Pará! Antes que terminara abril, el último miércoles, “alguien” me dijo “Ella por vos se la juega. No tengo dudas. Se la va a jugar. Ojo, no me dijo nada. Pero sé perfectamente que por vos se la va a jugar”…)… Mirá cómo voy “recordando” las cosas que tal cuando me vino a la cabeza, ahí la escribí… 100% espontáneo! J ).

Y después de esa charla, me acuerdo que me mandaste un mail, onda “gracias”, y yo a la vez, sin saber que me estabas mandando uno, te había dicho algo así como “acabamos de asistir a una demostración perfecta de cómo las cosas quedan exactamente igual a como estaban antes que se hablaran”…

También, recuerdo tu “sí, tal cual”…

¿? ¿? ¿? ¿? ¿? ¿?

Se fue el finde y tras él, un lunes… Y nos vimos después… De nuevo en la Costanera… Re buena onda… Pero…

¡Ahora me acuerdo que cuando te fuiste, ese viernes, me mandaste otro mail re lindo, que lo imprimí, y lo llevé ese lunes, cuando nos vimos! No me acuerdo exacto qué decía, pero sí sé que me re gustó…

Pero… (te decía)

Pero…

- ¿Qué te pasa conmigo?
- No sé.

A que sí sabés esto: yo no sabía tampoco… la respuesta a esa pregunta, pero dirigia a mi, respecto a vos…

Que hay que irse. A comprar algo.

“Buscame auriculares”. Y bueno! Ja…

Sms1. Sms2. SmsX. SmsY. Sms Z.

- ¿Te animarías?
- ¿A qué?
- Dejalo ahí.





Dos.

Sí. Dos. Al menos para “alguien”… No! Así:

Sí. Dos. Al menos para “mí”.





Pero…

Otro sms, de mi para vos: “¿Te das cuenta que estoy a full con vos?”. Y pese a que había ido desde el subte, me llegó la resp, entre otras cosas: “Jajaja”

… … …

Me puse triste… ¡Sí! Me puse triste! Y está muy bien… sí… ¿por qué no?

Tan triste que tuve el primer ataque consumista-apagador-de-tristeza de mi vida: pero el local uno de sushi estaba cerrado. El dos también. El tres también. El cuatro también. No te das una idea las ganas con las que comí sushi el día siguiente…

Pero entre el local uno y el dos, un llamado… luego de varios (va-rios) sms: y pese a que esa charla fue en medio de la calle (yo), por celu… fue mucho, muchísimo más clara que la del viernes, cara a cara, con sol re lindo…

Que me mandaste un mail…
Que te imaginás que no iba a aguantar al día siguiente…
Que también fue claro… o muy claro…
Y que te llamé a tu casa…

Tan complicado fue, que al día siguiente “leiste bien lo que habías mandado, pero no habías querido decir eso”… Y que sí. “Sí, me la juagaría”…

Pero…

Y el jueves volví a ir a la cancha, a ver a mi equipito!!! Cuatro años después, volví a verlo en vivo y en directo… Me habían dicho: “No vayas porque lo vas a quemar mal”.

Había comenzado tan bien… Taaannn bien… Pero taaannn bien… Hasta que se llegó a la peor derrota, me parece, de historia como local. Lo peor: ni siquiera fue derrota! Pero en el total, fue derrota!

Los sms de gastada. Interminables. Hasta mi Santa Madre (Santa porque es hincha de San Lorenzo)…

Inaceptable.

¡Faltaba el tuyo!

¡Y llegó!

Pero como cuatro más! Y me acuerdo del último tuyo:

- “… y no te levantes a ninguna pendeja”
- “Estoy mandándome sms con vos. Ni Araceli tendría chances”.

Y era así.

.
.
.
.
.

Y sería así…

¡¡¡Chau!!!

sábado, 24 de mayo de 2008

Y un día volviste


¿O el que no podía creer era yo? ¿Y no podía creer, tal vez, lo que sentí el viernes cuando después que te fuiste, sabiendo que te ibas de vacaciones, me quedé solo –por casualidad- en “aquel” lugar, y me di cuenta que por más que estuviera dando un recital (jajaja) ante un millón de personas, me sentiría también IN-CRE-I-BLE-MEN-TE solo?

Mandé un mail, del que ni me arrepentí, más allá de que la situación era rara, confusa. Sale de memoria, claro: “No te voy a ver por dos semanas, y estoy triste”.

Situación rara, como cuando al día siguiente, en un cumpleaños a la noche, con estrellas por acá, estrellas por allá, estrellas por aquí, estrellas por allí, no dejé de mirar al cielo, como me había pasado unas noches antes. Cumpleaños. Gente. Gente. Pero solo. Solo. O quería estar solo. No me interesaba nada. Ni siquiera “quedar bien” con la gente que no me conocía -eso sí, algo absolutamente increíble también-.

Aunque no se pueda creer, al fin la “pegué” en algo: en que no ibas a mandar ni un mail. En que no ibas a mandar ni un sms. No te das ni idea, ni te imaginás, con “quién” hablé en esos días, sobre vos, de lo que me pasaba; ni en qué situación lo hice. ¡Quedate tranqui! No conocés a esa persona. Lo increíble: ni yo la conozco (de nuevo: ni yo la conozco).

Pero como dicen “por ahí”: “todo pasa”. No ibas a estar por dos semanas, y había que poner el cuerpo sí o sí. Hasta que un lunes, parece, volviste.

- “Hola”.
- “Hola. ¿Cómo te fue?

Y al rato llegó el mail. También de memoria: “Hola, ¿Cómo estás, tanto tiempo?”. Volví a no creerlo. Esa personita, la Increíble, después de dos semanas, me había mandado un mail. Y volvimos a hablar con la mejor.

Tan poco lo podía creer que le dije a esa personita que “sabe” lo que me-pasó, y lo (poco) que-nos-pasó: “Vino, y me mandó un mail, y nos pusimos a hablar re bien…”. “A ver si entendés, ella… … … … …”.

Que qué me trajiste de regalo. Obvio, en joda! Que me hubieras traído “una estrella, porque más de una vez” te acordaste de mi. Y el mate. … Que te hubiera pedido un tucán, ja… Que me prohibiste ver las fotos.

Pero innnnnnncreíblemennnnnnteeeeee, tengo una en la que estás con una sonrisa de otro planeta.

Y fue así, como te lo dije ese mismo día que volví a verte tras tus vacas: “La verdad, no pensé que nos íbamos a volver a hablar así”.

Sí. Contento. IN-CRE-I-BLE-MEN-TE contento!!! Mil gracias!!! Una vez más!!!

viernes, 22 de febrero de 2008

Felizmente, a veces, algunas ocasiones se repiten

... ... ... ... ... ... ...

Ya lo asumí: es por mí. Digamos que “me gustó”. Tonces, por qué no, lo “concluiré”... Es por mí, tan-por-mi, que hasta quizás ni siquiera vos lo leas. Y si no lo leés (lo que implica que esto no lo lea nadie, absolutamente nadie en el mundo), es porque no quisiste, porque olvidaste, porque no te nació.

Y está más que genial. Porque es lo que habrás decidido, o es lo que habrá “nacido” en vos...

Es la “once”. Sé que hay margen para mucho más.

¿Vamos?

*-*-*-*-*

De recuerdos se trata “esto”, ¿no? Al menos con esa intención lo comencé. Como no sé si hay otra vida, y ya me imaginaba que ni vos ni yo íbamos “a cambiar nuestra-vida”, ¿por qué no hacer el blogcito?

Un recuerdo. Simple. Pero cuando me decidí a hacer este blog lo hice sobre la base de una certeza: puedo confiar en ella. Y sé que a ella no la voy joder. “Entonces, que quede escrito”.

De recordar se trata, entonces. De esos días de principios de octubre, lo único que recuerdo es que casi no hubo onda! Y como te dije una vez, si la hubo, no fue muy buena. ¡Y bueh! No hay nada para contar, creo! Simple: entre cero onda y “mala” onda, por así decir.

Una semana, dos semanas... Hasta que un viernes, el día del cumpleaños de la señorita que me había dicho “se peinó, se vistió re linda”, ese día, ya desde el viaje de la mañana, empezamos a jodernos. O mejor dicho, empezaste a bardearme y yo me enganché, como no podía ser de otra manera, porque la persona con la que “mal que mal” me estaba hablando, eras vos. No importaba qué. No importaba cómo. No importaba nada. Eras vos.

A la mañanita tuvimos que ir al centro; vos por lo tuyo, yo por lo mío. Tal vez no te acuerdes... pero yo sí: vos en la fila de adelante, yo en la de atrás. No sé de qué iríamos hablando, tal vez ni íbamos hablando, pero en un instante habré sentido que no me ibas a matar, y andá a saber de dónde saqué valor (te recuerdo, habré sentido, ya, que no me ibas a fusilar) y tomé tu mano.

Así estaban las cosas: no te diste vuelta y menos aún me trompeaste. El día estaba hermoso. Si hasta fuimos a la terraza, acompañados de una princesita, ¿o no? En el viaje (ni sé si en el de ida, o en el de vuelta; qué se yo) volviste con el clásico

- ¿Cuándo lo voy a conocer a tu hermano?
- Hoy. Vení a la noche.

Esa noche tocaba con su banda el chico de cabellos largos, por así llamarlo. Podías venir, pasar, y conocerlo a mi hermanito. Pero estaba convencido que no ibas a venir. Convencidísimo.

Igual, estaba contento porque después de algunas semanas nos habíamos vuelto a mandar sms, y de la nada, me acuerdo (me quedó en la cabeza, podríamos decir) te puse “tkm”. Nada más. Y me respondiste que también me querías. La sonrisa que puse cuando lo leí habrá sido de las más contentas de mi vida. Y lo será por siempre.

Me podía dar por hecho. Te fuiste. Me fui. Esperé toda la tarde y el principio de la nochecita tu sms de “no puedo ir”, o algo así. Pero no llegaba. No-lle-ga-ba. Hasta que no me quedó otra que asumir que ibas a venir...

Después tu llamado. Te habían robado el celu. Lo único que te pregunté fue si te habían hecho algo, si querías que fuera adonde estabas. Más allá del aparatito blanco, ninguna otra mala noticia.

De repente, ahí estabas vos.

Recién bajabas del colectivo. Sí, eras vos. No podía ser que ahí estuviera frente a mi alguien idéntica a vos. Tenías que ser vos.

Había tiempo, fuimos a tomar algo. La oferta no es brillante... pero ahí estábamos, después de todo. Vaya uno a saber de qué hablando, al margen del espectacular celu con el que ibas a vengar al blanquito, ja.

Hasta que salimos, hiciste una llamada en un público y de repente te abracé y te besé. O te abracé, te besé y me besaste. ¿Cómo se dice? Se debe decir de esta última manera. “En tres pasos”, ¿no?

Ahí estábamos. En su momento no había supuesto que íbamos a volver a estar así. No tiene sentido que te diga que me encantó. Ya sé que no tiene sentido. Me encantó. Sonó mi celu: uno de los chicos. Volvió a sonar: otro de ellos. ¿Me importaba? No.

Besitos. Abrazos.

Llegamos. Todos los saludos habidos y por haber. ¿Tocaron? ¿Cantó? Parece que sí. Hay fotos que lo dicen. Hasta que en algún momento habrá terminado, y dijiste que te ibas a ir en taxi...

No sé de dónde sacé “valor” para decirte

- ¿Querés quedate en lo de mis viejos, que están mis hermanos y yo voy a mi casa?
- No.

Okis. Todo bien. Hasta que una vez que salimos todos, y fui con vos a la vuelta, y al margen de la lluvia, que molestaba apenas, te dije algo que sé que nadie, nadie (na-die) puede creer... o que en verdad, es inverosímil.

Me acuerdo que te dije

- ¿Vos confiás en mi?
- Sí.

Te dije de ir a dormir. Y sólo a dormir. Sólo a dormir. Lo dije tan inocente que en ese momento no le di importancia. Pero es inverosímil. Creíble sí, porque vos me creiste. Pero sé que es absolutamente inverosímil.

Vos sola, taxi hasta tus pagos...

Yo con los chicos. Pero me parece que estaba mi cuerpo y no mi cabeza. Es más, ahí estaban unos chicos que conozco desde hace tiempo y ni fui a saludarlos... Estaba ahí pero por osmosis, diría.

No podía creer que había vuelto a “estar con vos”. Era hermoso. ¿Estaba ahí? ¿O estaba todavía con vos? El corazón estaba con vos. Creía que “no iba a pasar más nada”. A la tarde, como ya escribí, estuve esperando el “no puedo ir” o algo así. Pero viniste. Bajaste del colectivo. Hermosa. Te abracé y no sé cómo hice para no besarte en ese momento. O para querer besarte, ja. A lo mejor me sacabas corriendo.

Y al día siguiente, después de despertarme y de entender que lo que te había dicho era inverosímil hasta límites insospechados, me dije a mi mismo: “Bueno, no quiero que se enoje. Aunque ayer mismo parece que no se enojó”. El 65. El tren. Un llamado. Tu mamá, cocinando algo para el domingo, día de la Madre. “Fue al Carrefour”.

Salí del locutorio. Al kiosko. ¿Dónde queda el Carrefour? Al chofer del cole: ¿Cuánto tardás al Carrefour? De más está decir que llegué de noche. Y ni qué decir: no te vi. Idealmente, yo te iba a ver a vos. Y si lo conveniente era que no me vieras, no me ibas a ver. Era casi un juego, o algo así...

No te vi. Y después me contaste que habías ido a otro lugar, nunca pasaste por allá. Cuando me volvía, me dije: “La verdad, mejor. Porque si me veía, tal vez me mataba”.

Y bueno. El lunes, imagino, nos habremos visto. Y todo re bien. Me dijiste que no habías tomado a mal mi inverosímil idea (idea, porque fue eso, más que una “propuesta”).

Ahí estábamos, “después de todo”. El viernes fuimos a Palermo, y al margen de los patos blancos grandes, que tan de mal humor te ponían cuando se acercaban, estaban la señora (¿o era el señor? Pata (o Pato) con sus patitos negritos... que vuelven a estar, aquí y ahora, más arriba... Unos jazmines... cómo no unos hermosos jazmines...

Estuvo medio gricecita la tarde, hasta creo que llegó a llovizanr un poquito... Pero lo pasamos lindo... tranqui. Y el domingo, que me conseguiste las boletas que te pedí, y en señal de “pago”, un cuarto de tramontana y (te imaginarás) ya no recuerdo qué otro gusto. Eso sin decir que se cayó una maseta de un balcón cinco segundos antes que yo pasara exactamente por ese lugar. ¡Sin palabras! ¿Tenía que estar ahí, yo? ¡Sí, si no me pasó nada!

El almanaque diría que después vino el día que me dijiste de ir a tomar algo, porque ibas a faltar más de una semana para rendir los exámenes. Qué sensación linda fue leer (supongo que fue leido, por mail, la verdad no sé) “¿querés ir el miércoles...? Pero sí. Ja. El miércoles y cuando quisieras. Esa tarde te conté que había ido al Carrefour. “El más…”. “La más”… elección libre!

Un día de la semana que no nos vimos, cuando salí de la facu vi en el lugar menos imaginado a la patita amarilla con sus tres patitos chillones. Increíble. Estaba cerrado, y en ese instante sale la dueña para irse del negocio. El desencajado y enfurecido chihuhua no alcanzó a amedrentarme: esos patitos tenían que ser para vos.

Al día siguiente, creo, “ella” me contestó que sí, que haría un cartelito a tu nombre para que se lo dejaran a tu Mami, así ella te lo daba a vos. Lo único que hice fue esperar que el teléfono sonara cerca de las diez de la noche. Que sonara, y que del otra lado estuvieras vos. Eso pasó. Cuando sonó, supe indubitablemente que “tenías que ser vos”. ¿Ya habíamos dicho de vernos el viernes? No sé, tal vez lo dijimos en esa charla. Y el viernes, antes de tomar el tren hasta tu Facu, fui a comprar las pelotitas de tenis con el dibujito de tu ídolo, podríamos decir. O alter ego, o..., o vaya uno a saber tu qué.

Entré a la Facu. “¡Quiero hacer ingeniería civil acá!”. Encontrar la asignación de aulas. Mmmhhh... Encontrar el aula. Mmmhhh... Sms en ese momento. Que en tal lugar, que en tal otro. Hasta que llegaste. No sé cómo hice para no besarte. Y el beso hubiera durado lo que me dejaras que durara. El barcito de enfrente. Estabas hermosa (tanto, que si te lo decía, me iba a morir de vergüenza, y te lo mandé por mensajito pese a que estabas a cincuenta centímetros. Tenías que irte pero no quise separarme. De compras vos; de acompañante yo.

¿Pero cómo te había ido? Semanas después, no sabías. El día que publicaban, cansadita. “No voy a ir, seguro”. “Bueno, voy yo, y si te fue bien, la noticia te la doy yo”. Salí, subte, tren, colectivo. Un alma caritativa que me explica esos cuatro o cinco números. No eran las mejores noticias. No sé quién mandó el primer sms, ni idea, pero fue muy simple, algo así:

- Estoy de mal humor, me fue mal.
- X-x-x-x-. Yo se todo.

Te había escrito las notas y el número ese loco, sacado no sé cómo. Te sorprendí, dijiste. Acaso como el día que te hice llegar los patitos. No sabés con qué ganas hice ese viaje. Con la seguridad de que (porque supuestamente no habías ido) te iba a dar una muy buena noticia. ¡Ops! Creeme que me acordé recién recién. Te había mandado un sms, diciendo andá a saber qué. Y te habías quedado sin batería. Por eso me contestaste al rato, cuando yo ya estaba en el tren volviendo! Ahí me dijiste que estabas de mal humor! Y te dije que ya lo sabía. ¡Tarde!

No sé qué día fue eso… No tengo las cosas anotadas… están todavía acá… y van a tardar mucho en irse…

Uno diría que por ahí, quizás, se puede contar el día del otro viaje a Palermo, que habrá sido un miércoles, cuando le dije a esa piba “Vos te perdés que yo te baje la valija”. Vergonzante. Pero ocurre que estaba con vos, y podían venir a bombardearme cien aviones que yo realmente hubiera creido que podía salir ileso.

Estaba con vos. Y no sólo eso. Estabas conmigo. Esto es muy frío: estaba-con-vos. Lo escribo así, acá, y si lo lees, no lo vas a leer de la manera en que yo lo siento al escribir…
¡Estaba con vos! El Rosedal. El patito en el lago. ¿De qué hablamos? Me acuerdo que de los colegios de tu zona, de tus compañeros… qué se yo.

Estaba con vos. Estaba con (acá quiero escribir tu nombre, pero eso no ocurrirá, lo sabés).

Tanto estaba con vos que habían cerrado el parque hacía como dos horas y ni enterado, al margen que rompí el mate. Justo el mate de… Catrasta en toda su dimensión. Cómo te quiero! Al fin lo pude decir…

No sé si el jueves o el viernes fue cuando (qué raro) no tuve la velocidad mental como para negar lo que me estaban diciendo, si bien era muy certero (“un dato de inteligenica preciso en sus manos”, ¿no?). Cómo me preocupé. En fin…

Por el día del cumple de uno de mis amigos, recuerdo qué días fueron estos… El viernes de esa semana hice la primera entrada del blogcito. Fui con vos alguna que otra estación y te pasé la dirección por sms, creo. Cuando estaba acá, sentado acá, me llegó un sms tuyo. Yo no tenía credito.

Fue algo así como “Me gustó mucho lo del blog. Me voy a terminar enamorando de vos”. Te lo dije en su momento: me quedé con la mirada perdida. Sé que fue un ratito. Tal vez ni un minuto. Pero me quedé abstraído de todo.

No quería llegar a eso. No pensé jamás que fueras a decirme algo así. Ni siquiera “me voy a terminar…”… nada de eso. Jamás había pensado que llegarías siquiera a rozar mínimamente algo así. Nunca.

Le puse crédito al día siguiente y andá a saber qué genialidad te respondí. Habrá sido tan brillante que ni me respondiste. Pero ese finde estuve medio medio. La semana siguiente tenías que “atender otras obligaciones”, o ayudar a atenderlas, digamos. Te vi el lunes, y cuando se generó el espacio y el tiempo, te pregunté algo y te dije “no pasó ni va a pasar, ¿no?”. Porque no quería que eso pasara. No.

Fuimos a comer a un McD… El martes compré sushi para convidarte el miércoles… directametne ni osaste probarlo… ¡Súper! Y se va noviembre, sí… No sin antes hacerte la jodita por teléfono que casi te causa un paro cardiorrespiratorio… jajaja…

Una tarde compré la jirafita de colores. Quizás ya me habías regalado la lapicera. La que usé hoy. La que voy a usar hasta que ya no pueda usarla más. Creo (dije creo) que me mandaste un sms. Y con la jirafa colorinche en mi hombro, sentí la necesidad de decirte que pensaba que se me había ido de las manos, que el día anterior y ese, me parecía, estaba a full con vos…

Fueron y vinieron varios mensajitos. No me acuerdo qué nos dijimos. Todo re lindo, sí. Muy dulce. Quería estar con vos. Quería ir adonde estabas vos. Lo hubiera hecho. Hubiera ido, hubiera tocado el timbre de tu casa y te hubiera dado tantos besos mientras te abrazaba, tantos besos hasta perder sensibilidad… ese día, lo recuerdo, fue sentir que había llegado adonde no debía llegar. Tuve un rapto de inspiración, y de conciencia, y me quedé con la jirafa, sacándole fotos para que “todo el mundo” la conociera. Sin palabras. Ja.

No recuerdo qué pasó después. Imagino que ya nos habíamos regalado jazmines. A esa altura, seguro, ya me habías regalado las ranis. Ranis por tres. Que van a quedar hasta el final de mis días. Al menos la que tiene algo rojo.

No sé. Hubo una asunción presidencial, y ese día, después de una lluvia increíble, se puso espléndido. Fui con vos dos estaciones. El tema es que si el guarda decía “No para hasta la Luna”, yo hubiera seguido con vos, si es que te quedabas.

Sos increíble. Sos toda una mujer y no me voy a olvidar jamás de vos. No lo puedo creer. Si te tuviera al lado, no te lo podría decir, no me daría la cara. Te pude conocer. Me encantaste… esto no debería estar escrito acá, pero no lo voy a borrar. Si hasta es muy muy muy probable que no lo leas nunca…

Un viaje hasta Devoto un jueves. Yo en la Luna. Pero en la Luna con vos. Helado. Qué ganas de seguir quedándome con vos. Y al día siguiente, después de un brindis, hasta Cabildo. Y en el bar. Ese día, en el bar, no dejé de mirarte un segundo a la cara. No dejé de mirarte, mujer. Ahí de nuevo me dije que estaba hasta las manos con vos. Es muy fuerte no poder y no querer dejar de mirar a la cara a una mujer.


Después, buscar un vestidito. Encontrado, pero no el ideal, no el mejor, lo sé. Pero con los colores, que fueron difíciles de ubicar.

Una llamada inesperada. En un momento que ni tiene sentido que te imagines. Y mi bronca por no poder atenderte. Me habías llamado para Nochebuena. Y no te pude atender.

Un regalo. Y aunque ese viernes no fuiste, de nuevo hasta Devoto. Estaba con mi mp3, esperándote en la placita, y cuando me di vuelta y te vi hermosa como pocas veces te había visto, en ese instante, estaban sonando Los Auténticos con Besándote, y no sé cómo hice para darme cuenta que lo que me decían al oido era “Besándote, no me importa con quién estés, menos si voy a besarte otra vez”. Parecía a propósito. No te lo dije en ese momento porque me pareció una idiotez. Pero así fue.

De nuevo en la gran heladería del barrio, dónde si no. Te hice upa y me hubiera quedado todo el fin de semana así. Con vos. Cerquita. Parece que fue muy en serio, porque no sabés, no podés imaginar, cómo me acuerdo de mis ganas y de mi alegría en ese momento. Ganas de lo que estaba haciendo: ganas de estar con vos. Nada más.

Y se fue el año. Con auto. Con ingreso a la Facu. Felicitaciones. Te va a ir brillantemente bien. O no: te va a ir exactamente como te plazca que te vaya. Si en otra vida fuiste arquitecta, seguro que diseñaste las pirámides. O la muralla china. Si fuiste pintora, quizás hiciste la Mona Lisa, o La Ultima Cena. Podés ser lo que quieras ser. Lo que se te ocurra. Cuando quieras. Como quieras. Porque quieras. Vos sos así.

No queda mucho más. Cuando me dijiste de ir a desayunar. Qué ganas de viajar, de tomar el subte, de caminar hasta verte. Ahí estabas. Y te besé de una. No podía y no quería no besarte. Estaba. Desayunando. Sin importar llegar tarde. Estaba con vos. Estabas preciosa.

Un viaje en el cinco en el que me dijiste de todo. Pero de todo. Y sin embargo ahí estabas. Y ahí estaba yo. Un calor muy molesto. Y un beso y otros besos cuando la verdad, no pensé que ello iba a pasar. Y te pedí la mano, porque no sabía qué iba a pasar después. No sabía qué iba a pasar el día de mañana. Pero en ese instante, ahí estaba con vos. Sí.

Un jueves a la Facu de Veterinaria. Lugar llamativo si los hay. Si fuéramos de nuevo, seguramente me dejarías para que me estudien. No te culparía. Por lo menos, ocupate que me conozcan científicamente en todo el mundo!

Tomando mate. Nada más. Qué alegría. Qué sensación. Otra vez con vos. Y no quería que te fueras. Ese día no. Quedate un ratito más. No te vayas ahora. Quedate. Pero no. Vamos caminando. Te hice perder el tren, ok; sí. Ni a mi me gustó. Me fui insultándome. Evidentemente quería estar con vos. Sí. Ahí. Así. Tirado en el pasto mirando las ramas y el cielo, escuchándote. Mirándote. Besándote.

Viernes y mi último día. Más hermosa que antes. Fantástica. ¿O sería que sabía que no te iba a ver?

Que no me importa. Que van a ser diez minutos. “Vení”. Viniste. “Vamos”. Me seguiste. No sé qué fueron para vos, pero para mi fueron de los besos que di con más ganas en mi vida. Hermosos. O más que hemosos, con toda la intensidad del mundo. De nuevo: no sé qué fueron para vos. Quizás intrascendentes. Pero yo sé cómo di esos besos. O fueron besos muy normales, quizás. Pero con unas ganas de querer decirte tantas cosas…

Después, tu llamado inesperado… Vi que eras vos. Casi un sueño…

Como fue no poder olvidarte un ratito. Mandarte un mail. Decirte que me acordaba de vos. Como fue volver y querer mandarte más mails, y decirte de vernos.

Y una última tarde. Con algunos “te extrañé” de parte de ambos. Ese día estuviste divina. Me acuerdo como si hubiese sido recién, que al rato de vernos, como no te había saludado en el andén de (de nuevo) Devoto, al rato de vernos, te decía, te miré, con mi mano te habré tomado de la cara o del cuello, te acerqué y te besé. Me acuerdo hoy de la cara que pusiste, sonreiste o algo así. Preciosa.

No sé. No me acuerdo de nada, porque básicamente fue eso: hablar, contarnos, darnos algún mimo. No sé. Ni siquiera fuimos a tomar algo. Increíble. Hermoso. Fuimos a caminar un ratito, hablando de tu grupo de amigos. Nos quedamos en esa esquina, yo casi acostado boca arriba y vos de pie, inclinándote para darme besitos.

La última tarde. Felizmente, como había querido: la última sin saber que había sido eso, la-úl-ti-ma.

Los días siguientes, más mails. Creo que sí, hay uno guardado. Dejame ver. Sí. ¿Querés leer? Los que tengo guardados son absolutamente los últimos, y ninguno más:

Hola otra vez yo para variar!!!
Lo único que te quiero decir es que te kiero muchisimo, pero mucho, mucho!!!
Y hay algo que me atrae a vos, y cada vez mas!!
Pero bueno....
Besitos
Chau!!!


O algo así como…


Lo que sí sé es que te kiero mucho, como ya te lo dije, miles de veces, que me gustas. Hay algo de vos que me atrae...
Que confio en vos... quizás t conozca de otra vida, o quiza estás es la primera vez que t conozco....
Pero es muy raro lo que me pasa con vos!!!
Como t lo dije una vez que me enoje con vos... tenía mucha bronca, pero en el fondo sabía que no me podía enojar con vos....
¿Qué me pasa con vos?
Es algo que todavia ni yo sé
Y no sé si me serviría de mucho saberlo....
Quizás sea mejor no saberlo...
¿Qué va a pasar??
Tampoco lo sé! Ni vos, ni yo, ni nadie lo sabe!!!
Pero pase lo que pase, espero que los dos estemos bien!!!
Siempre hice, y dije lo que senti...
Asi que siempre lo voy a seguir haciendo!!!


O por qué no esto:


ME ENCANTO!!!
Pero todo mal!!!
Te kieor mucho!!!!!
y
una cosita mas!!!!.....................
Estas muy lindo!!!!



Un lunes con ganas enormes de llamarte a la noche. A cambio, un mail. Y al día siguiente, después de irte, un llamado a tu celu para ver si te podía llamar después. Hablamos un buen ratito. Y te gustó, me escribiste después. Quería hablar. Nada más. Escucharte. “Estar” con vos…

El miércoles me llamaste vos al celu. Lo vi al ratito. Qué sensación. Una alegría enorme. Me habías llamado. Y me dijiste que porque sí. porque querías hablar…

Contar estrellas. Lo que nunca. Pero no era quien te debía regalar una. No yo.

Y ya no pude más. O nació en ese momento, tal vez. Otra vez un llamado a tu celu. Y casi te digo algo. Pero cómo te lo iba a decir así. De esa manera. No.

Y ese viernes, bueno, lo que ya sabemos… ya sabés el por qué de pedirte esa charla de dos, tres minutos. Ya sabés cómo me sentí ese fin de semana. Pero el martes, vos, toda mujer, me aclaraste que no tenías ningún problema conmigo. Y el miércoles me bardeaste, me tiraste del pelo.


Y mi último sms, creo: “Sos increíble”.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Lo que ya no se puede cambiar

... ... ... ... ... ... ...

Ya sabemos... “Ya sabemos qué pasó”. Y claro, también, lo que no pasó.

Pero ocurre que si leés esto, es porque aquí estás... Un ingreso súper voluntario, ja, ¿no? Y del que tal vez nunca me entere...

Debo reconocerlo: quizás hago esto “por mi”. Me había prometido diez “entradas”. Esta es la décima. Creo que quedan algunos momentos por recordar. Aunque tal vez pienses que no.

Pero acá estás, porque así lo has querido. Solita. Vos. Sí, vos... Quién si no….


*-*-*-*-*

Y así fue. Me había quedado hasta las tres. Y sólo hasta las tres porque no podía con mi alma ni con mi cuerpo. Pero estaba embelsado. Me hubiera quedado hasta las tres en el “laberinto”. Hablando. Mirándote la carita. Abrazándote. Y si me quedaba hasta las tres con vos, me quedaba hasta las siete. Claro que sí...

No sé si el finde hablamos o nos mensajeamos. Estoy seguro que no, porque de lo contrario, me acordaría, sin dudas.

El lunes nos vimos, claro. Y si el saludo no era igual que el último que nos habíamos dado, no había saludo. Así es para mi. Nos dimos la mano. Esa semana no nos vimos, y creo que ni siquiera ninguno lo planteó.

Quería abrazarte. Quería volver a estar con vos. Conocerte más. ¿Cómo no iba a querer ello?

Hasta que llegó el viernes, y otra reunión con los chicos. No sé si dijmos algo, si te dije algo, de ir, no ir. Tal vez te haya preguntado si querías que fuera hasta tu barrio, o cerca, para acompañarte de allá para acá. No me acuerdo, la verdad...

Tuve la suerte (yo la tuve) que la única persona a la que le conté lo que había pasado con vos, fue la que te invitó a su casa... No sé si me dijo ella, si me dijiste vos, que ibas a lo de ella. Pero fui a verte allá.

Me acuerdo como si hubiera sido recién la cara de ella, a tus espaldas, diciéndome “se peinó, se puso re linda”... Hasta que salimos, y a los pocos metros no quise aguantar más, me frené, te abracé, y te besé... Nos preguntamos qué edad tenía (en aquel momento) la persona más chica “con la que habíamos estado”... “Hice la cuenta” y te dije: “Hoy cumple veintiún años y un mes”...

Caminamos un poquitito más, y cuando nos bajamos del colectivo, y a la vuelta de la casa donde debíamos llegar, te pedí de quedarnos un ratito porque obviamente, no sabía qué iba a pasar después...

Y luego de que alguien gritara “Dejá a la chica en paz”, “No te la chamuyés”, luego de entrar a ese lugar que nunca (al menos conmigo) siquiera la zafó, luego, te decía, subí solo, te mandé un sms pidiéndote si querías subir. Me acuerdo como si fuera recién, diría que subiste muy rápido, porque no te esperaba tan pronto...

Fuimos al otro lado, y nos dimos más besitos... No quería irme, no quería que te fueras, pero “para no levantar sospechas”... mejor que bajaras primero, ¿no? Bueh, bueh, que total, el lunes no faltó el “se ha formado una pareja”, y el un “somos novios”...

Nunca me anoté las cosas! Me las acuerdo porque me encantaron vivirlas... Algunas me voy a olvidar, es obvio... Las fechas podrán salir porque las relacione con otras... Así las cosas, ese mes (septiembre) nos vimos alguna que otra vez... Una vez quisimos ir al cine... pero la oferta era triste (tanto como el día, plomizo indolente)... y nada mejor que un bar para salvarla. El de la Primavera, día en el que nos sacaron la única foto que tengo junto a vos, luego de cumplir con nuestras obligaciones, fui alguna que otra estación con vos...

Estoy hablando del 21/09. Ahá. Yo había impreso en un local algunas cositas para ese día. Mientras me estaban imprimiendo algo, me llegó un sms tuyo. En general, me acuerdo del contenido: “¿tan mal como para que ni me hables?”. Lo traduzco: esa semana te había dicho de “frenar” un poquito “las cosas”. Los motivos te los imaginarás. Ese día salimos, fuimos en la Traffic y parece (no recuerdo) que no nos hablamos. Entonces me mandaste el sms.

Bendita tecnología. Benditos celulares. De esos días me acuerdo de estar en la Facu, en plena clase, mandándome sms con vos. Inédito. Impensado en mi en otro momento, a la sola excepción de algo muy importante (“estar” con vos lo era, aunque más no fuera por sms, se ve), o para gastar a un amigo por una derrota vergonzante de su equipo de fútbol...

También, debe haber sido en esos días (“intuyo”) cuando te dije –y era verdad, obvio- que te había borrado del celu (paradojas) y que te había dado de baja del msn... ¿Qué hizo esa Mujercita? Me mandó su número de cel y el de su casa, y me cambió el día.

Al poco tiempo vino mi cumpleaños. ¿Te acordás? Era un lunes. El domingo, literalmente, lo despedí chateando con vos. Mi cumpleaños, entonces… lo empecé chateando con vos. Quise eso. Me dijiste que también vos lo habías querido así. No sé hasta qué hora. Pero nos quedamos un ratito más allá de las 12. Ese lunes rendía un parcial a la noche y creo que hubo algún mail de ida y vuelta… o algunos…

Después del examen, después de verme con los chicos, “algo más” pasó. Despedí el día de mi cumple… chateando con vos. Así fue. Sí.

Tal vez no lo recuerdes… pero después que me regalaste la chomba, al día siguiente, y a la salida, fui con vos hasta la estación de tu casa. Sí. Vez única. Hasta hubo algún mimito. Estaba tan contento que hasta rompí mi tradición de no ir a la Facu el día después de mi cumpleaños (encima, era un teórico y además, había rendido bien el día anterior, ja). Al margen que quedaba de paso, compré un cuaderno para anotar los apuntes, y al margen que me acordé todo el timpo de vos, presté bastante bastante atención. Estaba contento. Había estado con vos.

Pero…

Al día siguiente, de repente, me acordé que hacía 24 horas había estado con vos. No sé, llamale “te extrañé”, llamale “quise volver a estar con vos”. No sabés cómo anhelé estar nuevamente con vos. Evidentemente te mandé algún sms. Terminé en un bar al que quizás nunca hubiera ido, en Once, tomando cerveza (¡no de litro, che!, ja), con papas a la provenzal, viendo Boca Juniors ante San Lorenzo… Algo que jamás en mi vida hubiera hecho. Lugar, zona, consumición, entretenimiento: seguramente, quizás, no lo vuelva a repetir.

Quería estar con vos… Salí del bar, me acuerdo, y te mandé un sms. Ni idea qué te dije, pero habré dicho algo bastante concreto como para que vos no me respondieras más. Genial. Que total, tuve el buen gesto de no preguntarte ni molestarte ni insistirte…

Te había extrañado. Había querido estar una vez más con vos. Te había conocido. Había compartido unos ratitos con vos. Me encantabas. Me encantaba estar con vos. Reirme. Escucharte. Compartir algo. Darte un beso.


Una vez, antes de darnos un beso, habías propuesto “amistad”. Eso no se propone ni se pide, te contesté. Pero puse en mi frase de msn algo así como “Digamos que por ahora acepto”. Chateando, me preguntaste por la frasecita. Te dije que una chica me había ofrecido su amistad. Me recomendaste aceptar, siempre y cuando yo quisiera esa amistad.

No sabía que iba a pasar lo que pasó. No hubiera imaginado nunca que sentiría lo que sentí. Nunca hubiera imaginado que viviría lo que viví.

Pero llegado ese día, el de la cerveza holandesa made in Quilmes, yo no quería extender más algo que no pensé que llegaría. Te había extrañado mucho…


Habíamos compartido ratitos. Y en ellos, quién sabe qué. Quién sabe qué sentimos. Quién sabe qué no sentimos. Quién sabe si nosotros mismos lo supimos. Tal vez sí. Seguro que sí lo sabemos...

Es lo que ya no se puede cambiar. “Lo que pasó”. Lo “vivido”. Lo que ninguno sabía era que, quizás (qui-zás), más que “concluir”, algo estaba “comenzando”. O no… ya sabés… a veces, las cosas son más simples de lo que pensamos…

*-*-*-*-*


Esto has leido. Seguramente porque vos sola así lo quisiste. Quizás nunca me entere, y estaría perfecto. Una cosa es lo vivido, “lo poco que pasó”, “lo poco que nos pasó”. Ello, aquello, aquí. Lo que no pasó, lo que se terminó, lo que no-es, lo que no-fue, lo que “podría haber sido”... es algo copletamente distinto….

martes, 15 de enero de 2008

El farolito

Es una linda tarde. Agradable. Con sol, sin frío… el invierno tiene ganas de irse… ¿Y ellos? Allí, en el lugar concurrido. ¿Saldrán del trabajo? ¿Viajarán juntos o se separarán? Van riendo. Él le habla, ella lo escucha. Ella le habla, también la escucha, pero también la mira... y un poquito que la admira… No deja de mirarla, de sonreírle… Pero en cualquier momento va a hartarla con las preguntas… Le dice que es la primera vez que pasa Caseros arriba del tren…

Se bajan juntos. Él parece sorprendido. Tal vez, en París o en Tokio tendría la misma expresión de curiosidad. Le sigue preguntando. Ella le cuenta algo. Y más. ¡Cuánta paciencia! Pero siguen riendo. Y él la sigue (ad) mirando…

Que el Mc. Que la casa de deportes. Que las zapatillas. Que la mochila. Que el bar más lindo. Que la casa de sushi. Que una casa de cotillón. Que dos. Él que no le dice qué entró a averiguar. Ella que es la que ahora pregunta, y le pregunta y le vuelve a repreguntar…

Le habrá dicho algo así como… ¿A cuántas cuadras s de acá? ¿Y por dónde salís? ¿Vas en colectivo? ¿Te cruzás a todo el mundo? ¿Conocés a todos? Yo no conozco ni al que vive debajo de mi depto… Qué linda calle… me encantan las veredas así…

¿Son los mismos que el viernes anterior iban por el barrio más nuevo de la gran ciudad? ¿Son los mismos que estaban conociéndose un poquito, contándose de su familia y de vaya uno a saber qué más? ¿Es el que, cuando se hizo ese silencio que duró unos segundos, le tomó la mano? ¿Y es ella la que no se la sacó? ¿Es mismo chico que se quedó como pensativo durante dos, tres segundos? Parece que sí…

Y hoy siguen caminando. Se los ve bien… casi disfrutando. ¿O no? Él que ve la calle con el arbolito en el medio. Ella que le dice “un día de estos te llevo al zoológico”. Y uno de los dos, que le dice al otro de ir a tomar algo.

El lugar lo elige ella… conocedora de su tierra… Él confía, parece. Y parece que confía más allá de esa elección… Entran al bar… Él le dirá que no estaba en sus planes, que no salió con “mucho dinero”… Ella que le dice “no importa”.

Él da increíblemente vueltas y más vueltas para elegir la mesa. Hasta que se sientan frente a frente. Ella, impiadosa (¿será siempre así?) le dice “siento que salí con un nene de cinco años”. Él sólo sonríe. Una vez más. Sí. Una sonrisa más…

Un picada, elige ella. Un licuado de… frutillas… para… él! Sí! Para él!!! Una gaseosa pide ella… Y hablan más. Y más. ¿De qué? De la secundaria, del trabajo (sí, son compañeros de trabajo, confirmado), de los amigos… Y quién sabe de qué más.

Cómo la mira… A veces, de a ratitos, es como que se queda pensando… No es más que un segundo por vez… y no son tantas las veces… Pero así es… La noche cayó… En un momento, mitad en broma, mitad en serio, él le dice “no importa, ceno en tu casa”. “Bueno, dale, vamos”. Y él que pone su cara de pánico y le contesta el previsible “te estaba jodiendo”.

Ella lo invitó. Salen a la calle. Hay que volver. Siguen hablando, riendo, contándose. Él entra a un locutorio y hace una breve llamada. Llegan al cruce del otro tren de la zona. Parece que falta para que venga. ¿En qué momento sacó el boleto? Lo que llama apenas la atención es que se queden en el “laberinto” rojo y blanco. No entran a la estación. Él se sienta sobre el laberinto. Ella que se queda parada, a su lado.

Siguen hablando. La noche oscura pero sigue hermosa. Parece que son más de las 23. El tren que no llega. No se lo ve apurado. A ella tampoco. Tan tranquilo se lo ve, que parece que no tendría problema en quedarse toda la noche ahí, hablando, (ad) mirándola. Porque no dejó de (ad) mirarla desde que tomaron el tren.

Y de repente... algo que parece que ni él tenía decidido. Y tal vez, tampoco ella. Él la volvió a mirar. Y hubo un silencio. Y la abrazó. Se le acercó y la besó. Un beso. Casi un besito. Nada más. Simple. Casi inocente. Y otro abrazo. Y él que no la quiere soltar.

En el laberinto… Ellos solos. Aunque hubiera más gente… sí, sólo ellos. Con el farolito, al lado suyo… que todo lo ilumina… y más la carita de ella… El farolito, acaso, único testigo…

Siguen abrazados. Parece que ahora sí, viene el tren. Se miran. ¿Sonríen? Parece que sí. Él le pregunta si se lo tiene que tomar (evidentemente, se quedaría un ratito más). Ella que le dice “andá”. Y se va.

No sé cómo se fue ella. A él se lo ve tranquilo. Mitad curioso, porque es la primera vez que viaja en ese tren. “Es muy de capital”. Se sorprende, quizás, de lo bueno que fue el viaje. Arriba del 65.

Llega a su casa y a su habitación. De repente, una luz: el monitor. Y él que se pone a chatear. Está ella. Es cerca de la medianoche. Al menos para él, en el mundo sólo existe, en ese momento, ella. Así se lo vio hasta las tres. Embelesado. Sí. Embelezado. Uno apostaría a que el día de mañana, él querría volver a vivir ese día, esa tarde, esa charla en el bar, esa noche, ese beso, ese abrazo, ese momento de embelesamiento.

No caben dudas. Él quería estar un ratito con ella. Quizás, no sabía cómo. Y quería abrazarla. Y quería sonreir con ella. Y quería mirarla. Pero más que mirarla, la terminó admirando todo el día. Y el farolito fue el sorprendido testigo del (impensado) beso. Si no hubiera sido por él, no podría haberle visto a ella sus ojitos cerrados cuando la besó.

"¿Hasta dónde?"

Unas palabras. Pero a veces, ellas, no dicen. “Habla mucho pero dice poco”, reza el refrán. “Yo te daría”. Pero nunca me habías dicho qué… ¡Yo no entendía! Te preguntaba. No contestabas. ¡Muy poco cortés de vuestra parte! Entonces arru. Era evidente. Arru. Ni en persona, ni por teléfono, ni por chat, ni por mail. Ya no sabía cómo preguntar. No-con-tes-ta-bas. Arru. Sí. Vos.

Habremos hablado, una vez, y dijimos de poner día y lugar para “decir” lo que no nos decíamos. ¡Ok! Ese día había entrado a las nueve. Pero decidí salir antes. Me dieron ganas. Sí, ¿por qué no? Te iba a dar día y lugar. Ese día. El lugar, “tu” lugar. Un caballero…

Con vos en el tren. Una estación. Y otra. Para mi: “Dos estaciones. Nada más”. Me sentí bien. Te miré. Te pregunté. No contestaste. Me sentí bien (ya lo dije). Me sentí muy bien. No dije. Quería reírme-con-vos. Quería abrazarte. (En el tren, sólo vos y yo. Nadie más). Tenía ganas de decirte lo que sentía. Quería abrazarte más. Estabas ahí. Al lado mío. Quería mimarte. Quería besarte. Y también quería decirte “feliz cumple”. Antes y después de darte el besito. Los besitos.

¿Pero para qué? ¿Y si no querías? ¿Si la embarraba? ¿Si me metía en el barro hasta el cuello? Dos estaciones, nomás. No dijiste. No dije. Y no me arrepentí. Caminando hasta casa. Había descartado la invitación a tu casa. Ese día, ya, no te volvería a ver.

Y otras palabras. Seguramente mías. Y (seguramente) oposición, o al menos, contradicción tuya. “¡Apuesta!”. “Dale, apostá. Pero mirá que te voy a ganar”. Que perdí. Te debía, según vos, una torta de chocolate. Nunca paga. Sé que la saldé pero por “ganarte” otra cosa. “Me tenés que traer una postal de Mickey”.

Acepté. Cómo no. “¿Habrá oficinas de Disney? A esta hora van a estar cerradas. O casi”. La peatonal famosísima. Ningún puesto de diarios. Ninguna juguetería. Y las Galerías. Con todo su esplendor. ¿Me imaginás tendido en la fuente? Boca abajo. Empapado por el agua, arrasado por la vergüenza. Casi me voy adentro de ellas. Increíble.

Quería conseguirlas. Pero claro, no por la apuesta. Quería darte algo. Nunca te había dado nada, a la sola excepción de unas postales “postales”. ¿Te acordás? Con el paso de los minutos, creció la decepción. “Tendría que haber llamado a una oficina, a un importador”.

¿Qué me motivó? ¿Por qué esas ganas? Sólo yo sé las ganas que tenia de encontrarla. Y no por el hecho de “refregártela”… sino porque era para vos…

Decepción en aumento. “La hago yo”. Sí. ¿Qué mejor? Hecha-por-mi. Para ella. ¡Claro! Búsqueda suspendida. Que tomar medidas de una postal. Que web. Que imágenes. Que seleccionar. Que imprimir (súper casero: estaba todo cerrado). Que volver a imprimir. Aceptable. ¿le incluyo el bonus track de su cara desencajada, vencida? Fue el 14 de agosto… el archivo original, guardado, acá, me lo dice…

Hecha. Muy tranqui. Apenas cumple con dificultad. Esa noche chateamos. Te dije que te iba a llevar algo… “No la quiero hecha por vos”. ¡Sos eh! --- --- --- Te quiero mucho. Eso va a vos. Al margen de la “cronología”. Me dieron ganas de decirlo. --- --- ---
Perceptivo y buena onda… porque hasta ahí, al menos en la superficie, era eso… buena onda… nada más… yo lo sé… Percibía la alegría del otro, el futuro (¡mentira!), los olores (¡bueh, bueh!), te invitaba a pasar… Percepción y buena onda… las claves de la vida… hecha para vos!!!

Zafó, según vos. Obvio, no era lo que esperabas. ¿Y cómo surgió lo de “exhibirlas”? No lo recuerdo ni ahí…

Pero me hubieras visto comprando la plastilina para las masetitas. Sí, plastilina, acaso por primera vez en mi vida… Si cuando la usaba tenía edad de jardín de infantes, o de primaria… El cartoncito, volver a imprimir las imágenes de Mick…¿Y en qué las ibas a agarrar? No conseguí los clips que quería. Entonces los mini-brochecitos… con los que ibas a poder colgar tu ropita más chiquita… ja… “Ingenioso. Zafaste”.

Me hubieras visto cortando el cartón… midiéndolo para que tuviera el mismo tamaño de cada lado… me hubieras visto, haciendo eso para vos… ¿Por qué? No sé… o sí, tal vez…

Época de mucho chat. De mucha, pero muchas H… H. H. H. H. H. Pero te quería mucho… Y también época de varios sms… el sms número 1000 (mil) que recibí fue tuyo… y era tan fuerte la presencia de la H que te dije que tenías un premio por haberme mandado el sms 1000… Obvio, arru (yo. Sí, yo, ja!).

Cómo me deliraste cuando perdí un partido con los chicos, entre “nosotros” y algunos chicos de afuera… Nuestro “compañerito” te daba letra… Pero, caballero total él… a la semana “te informó” que habíamos ganado “El” partido (notá que dice “El”, con mayúscula). Que vuelvo en el 5. Que suena el celu. Sabía que eras vos: no tenía duda (a veces también vos sos previsible, jajajajajaja). “Por lo menos esta vez ganaron”… y más sms. Y más… Tanto más, que en algún momento, inevitablemente, asomó por la cabeza: “¿Hasta dónde voy a llegar?”.

Me hubieras visto… las ganas con las que me metía al messenger… las ganas con las que escribía. Cuánto reía. Y cuánto sonreía. Cómo disfrutaba de escribirte algún sms… Me encantabas. Me gustabas. Te quería.

Y lo más llamativo, es que ese penúltimo párrafo, escrito en pretérito, lo podría escribir absolutamente en presente… ¡Te quiero mucho!